La muerte, una alegria

Me acerque a los ríos
Donde agarrados al delantal de su madre
Con miedo en sus ojos tempranos
su boca se amordazaba.
Silencios
en el paño húmedo, que cuelga
del delantal que su madre llevaba.
A la deriva el hambre
Que desbordaba del río a raudales
por las calles
Los gritos
que la muerte anunciaba
En ese pueblo
los pájaros no volaban.
Ciegos de tanta miseria
esos,
tanteaban el horizonte,
se fugaban.
El sol, se perdía contra los muros
en una callejuela
de  mala vida
ardiente
Y una mujer vieja y enferma, que se arrastraba
en una memoria pálida
de la agonía.
Hacia en el que ahí pasaba
nacer un gemido
La  muerte ahí , era la libertad
Una alegría.

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