La relación de la mujer con el deseo (la moral de los amantes)

Podríamos considerar dos tipos de moral y la problemática consecuente de las contradicciones y angustias de los individuos frente a una conducta subversiva de los valores.
En nuestras vivencias con el sexo opuesto creamos una visión parcial de la realidad, (subjetiva) y una visión mas global ( que acumula perspectivas distintas) , articuladas por la tensión del deseo y la frustración de la culpa.
En la situación, hombre/mujer , abrimos el dialogo en que se reflecte la dialéctica exterior , del hombre sociedad y interior del hombre consigo mismo y su imagen del mundo. Cuando despreciamos la moral, lo hacemos como un proceso de liberación relativamente a una moral que le esclaviza.
Del proceso de subversión de la moral resulta por parte del otro (hombre / mujer) que no esta preparado para ello, un querer y no querer,  un deseo frustrado mal asumido seguido del sentimiento de humillación y culpa relativamente a un entorno moral que desde fuera le mira. Existe siempre una forma de moral subyacente al comportamiento, como que unos principios básicos que determinan la conducta, es un juego de atracción a la subversión y una mirada a la moral de las costumbres. Este vivir entre las dos morales tiene como consecuencia una fragilidad y inseguridad que pasa factura psicológicamente.
Los hombres, saben muy poco o nada de los deseos de las mujeres, el discurso normalmente sobre la moral es un discurso de hombres que hablan de las mujeres de forma mas o menos libre, a los hombres resulta angustioso y frustrante su relación con una mujer activa, buscan una mujer pasiva, menos problemática en el sentido de que no pone la moral de su entorno en causa. Por lo contrario la mujer activa, dominante, es la mujer que pone dificultades al hombre en su capacidad de relacionarse, ya que el hombre no esta preparado para ello, así que los hombres se defienden para que no se les niegue el placer, no dejando que ese placer se transforme en angustia y frustración. La mujer dominante , crea en el hombre un sentimiento de inferioridad y muchas veces el ritual que la mujer dominante usa para relacionarse , con una comunicación corporal transgresora, erótica constituí un espacio donde el hombre no se siente confortable, mas bien intimidado porque se ha transformado en el elemento pasivo de esa relación.
La mujer dominante hace preguntas incomodas , juicios críticos, acusaciones, provocando en el hombre una necesidad de venganza ( autoestima herida) y de afirmación que pasa en algunos casos a tomar formas patogénicas como la “violencia de genero”, otras con pretensiones a dominador de una forma casi sádica, o sencillamente retirarse de la relación, fugándose ( que es otra forma de violencia).
Podríamos afirmar que existe una relación entre el deseo y la violencia, una relación profunda que resulta del conflicto entre dos que pretenden ser dominadores.
En algunos casos la mujer dominadora termina siendo victima de si misma, dando lugar a una frustración sexual, por no conseguir mantener una relación estable, perdiendo su identidad, fuera de si misma la mujer pasa rápidamente a la situación de mujer obyecto, deja de ser el elemento en la relación como dominador y pasa  a ser el dominado.

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