La única forma de reñir al mar es tirarle una piedra
Hoy me he levantado y perezosamente me erguí y salí a ver el mar, se le veía poderoso, olas cuales árboles gigantes azotadas por el viento, pierden una cuantas hojas, se doblan a su fuerza , pero como yo , resisto y no muero, me transformo en viento, nada me atrapa.
En medio de ese amanecer, nacía conmigo, un mundo de soledad, que me miraba con su mirada ya cansada. Esta es una visión de un mundo puro y limpio pero triste, unas gotas transportadas por el viento, me azotaban el cuerpo cansado.
Con la tempestad, y la proximidad de las olas gigantes que todo devoran, todos los que antes se aventuraran en la playa se fugaran de las aguas revueltas.
Ahora todos se habían marchado y el hombre está solo. No tenía nada, ni amigo ni mujer, ni barco que le lleve.
Pensé.
La única forma de reñir al mar es tirarle una piedra.
Es el desafío del loco, tirarle una piedra es gritar al mar y lanzarle un desafío. Tirar una piedra al mar tiene una mezcla de miedo y de temerario.
Para un hombre solitario en la playa el mar tiene una vida de espanto. Miro al sur y al norte; atrás unos acantilados cercan al mar sitiando todo, cuando digo es todo, con su tumulto y sus ruidos.
Una vez más me he perdido, solo en las playas desiertas, siempre juego con el agua y el viento, y siempre son mas altas que yo, es un sentimiento de impotencia por lo menos patético. Uno puede desconocer el mar y saber que se está fugando a un insistente desafío. Su movimiento, a lo largo de la playa, es un movimiento paralelo, ya que no se adentra. Solo el movimiento de sus ojos es perpendicular y desafia las mareas.
La espuma de las olas que se le acercan, son acusaciones, le recuerdan que no deve andar en línea recta, solo se debe alejar del mar.
Solo el viento que no sopla desde el mar pero desde la tierra, le empuja, le da en la cara y mantiene el ritmo de la caminada, perdido en sus pensamientos, guardó el secreto de que podría tener una actitud heróica y hacerse al mar.
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